Por: Patricia Mérida.
1.- Demuéstrale que le
quieres: Todos los padres quieren a sus hijos pero a veces no basta con eso.
Además de quererlos hay que decírselo y sobre todo demostrarlo. Que un niño se
sienta querido es muy importante ya que es la base sobre la que asentarán las
raíces de su personalidad.
Darle de comer, vestirlo y atender sus necesidades no es
suficiente para que sea niños felices. También es importante consolarle cuando
llore, hacer que se sienta seguro, abrazarle y besarle para que sepan que es
importante.

Eso no excluye que
haya que reñirles cuando sea necesario, pero hay que hacerles entender que se
les reprende por su bien, que es por algo concreto, que eso no afecta al amor
incondicional que se le tiene.
2.-Habla con ellos: Diálogo
y más diálogo. La comunicación es vital para fortalecer los lazos familiares y
para que el niño se sienta escuchado y respetado y además aprenda a escuchar y
respetar a los demás.

A medida que crecen el diálogo se hace cada vez más necesario
ya que el adolescente frecuentemente cuestiona todas las decisiones y necesita
entender los motivos de las normas.
La comunicación y el
diálogo continuo ayudan además a que los padres conozcan mejor a sus hijos,
favorece que expresen sus preocupaciones y problemas y así puedan ayudarles.
Cualquier momento es bueno para fortalecer lazos familiares a
través de la conversación. Puede ser tras ver una película o comentando un tema
de actualidad Además, los niños aprenden así a expresar sus ideas, defenderlas
y escuchar distintos puntos de vista.
3.-Hacer juntos al
menos una comida al día: Desayunar, comer o cenar toda la familia junta es muy
recomendable, ya que alrededor de la mesa se pueden estrechar las relaciones.
El día a día, con horarios de trabajo y clases muy
estresantes, impide en muchas ocasiones que padres e hijos coincidan, pero hay
que intentarlo. Además, los fines de semana se pueden aprovechar para hacer un
desayuno especial o para una cena diferente, a la que se dedique más tiempo.
4.-Apagar la tele en
las comidas: Comer con la tele encendida dificulta el diálogo y convierte a
cada miembro de la familia en una "isla", más atento a lo que se
cuenta en la pequeña pantalla que en lo que dicen sus padres, hermanos o hijos.
La televisión no debe ser nunca el centro de los momentos en
los que la familia está reunida. En lugar de ver un programa se puede
aprovechar la comida para dialogar, preguntar a los hijos sobre los planes que
tienen para ese día o interesarse de cómo les ha ido la jornada.
5.-Hacer planes juntos:
Es bueno dedicar tiempo a divertirse en familia.

6. La calidad es más
importante que la cantidad: Es importante que los padres pasen el máximo tiempo
posible con los niños, pero sin que esto suponga un agobio o sentirse culpable
si por trabajo no se puede pasar con los hijos todo el tiempo que se quisiera.

Se puede buscar tiempo
para leer un cuento antes de dormir, a hablar el rato que se pasa en el coche
con ellos antes de dejarlos en el colegio, o jugar una tarde de domingo con
ellos. Son pequeños placeres que hay que aprovechar ya que son momentos únicos
de intimidad entre padres e hijos.
7. Ser ejemplo: Los padres son un
espejo en el que se miran los niños. De forma consciente o inconsciente los modelos de los padres son los que repetirán los hijos. Por eso es importante
cuidar el comportamiento en casa.
8. Aceptar a los hijos
tal y como son: No existen los niños
perfectos, así como tampoco los padres son perfectos. A veces es difícil
aceptar a los niños tal y como son, sin pretender que se conviertan en algo que
no está en su "naturaleza" pero que a los padres les parece
importante.
Cada niño tiene su propia personalidad, y los padres deben ayudar
a corregir sus defectos, guiándole en sus dificultades y educándole, pero eso
no significa querer que sean quienes no son.

Algunos padres tienen demasiadas expectativas de cómo serán
sus hijos, o vuelcan en ellos sus inquietudes, quieren que repitan sus éxitos o
que triunfen donde ellos no lo han hecho.
A veces, se empeñan en
que estudien lo que a ellos les gusta sin escuchar al niño o adolescente. Esto
provoca que el niño se angustie por no cumplir las expectativas. Si se le
acepta con sus fortalezas y debilidades se conseguirá que ellos se gusten como
son.
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