“En los peores momentos se hacen
los grandes hombres”
Los mejores momentos son cosas
que te atreviste a hacer. Los problemas son como la maleza; cuanto más los
ignoras, más crecen. Hay dos formas de resolver problemas:
El primero es prevenirlos, el
segundo es enfrentarlos cuando ya están y los tienes cara a cara.
Surge el encuentro de un
paradigma, una cultura de aprender a correr riesgos, a través de éstas
experiencias se forja el temple del carácter y brota un arte, el “arte de
solucionar problemas” que va vinculado con el liderazgo. En estas habilidades
se requieren de dos factores terminantes que son: la imaginación y la
creatividad.
En este contexto, nunca debemos
magnificar, minimizar o subestimar la naturaleza de los problemas que
enfrentamos, ni tampoco debemos magnificar o subestimar la capacidad de
solucionarlos. En los peores casos tampoco podemos darnos el lujo de no
resolverlos.
En una escuela preparatoria, en
una clase de ética, un maestro planteó a sus alumnos un problema, les dijo: “un
hombre tiene sífilis, su esposa tuberculosis, tienen cuatro hijos, uno ya
murió, los otros tres tienen una enfermedad incurable, la mujer está
embarazada, ¿Qué recomendarían hacer? <Pasaron varios minutos> se armó la
polémica, la mayoría voto porque la mujer abortara, (creo que ustedes amigos
votarían por lo mismo), perfecto dijo el maestro, acaban de matar a Beethoven, se acaban de privar de
escuchar sus talentosas e inspiradoras sinfonías.
En un mundo tan superficial, tan
lleno de convencionalismos y condicionamientos, debemos manifestar con firmeza
lo que tenemos que hacer cuando enfrentamos el fracaso y su compañero, el
desaliento. A través de una luz divina,
tenemos tanto la forma de desenredar las cosas como las reglas para reparar los
daños.
Recuerda que el comportamiento creativo caracterizado por sorpresas grandiosas y
cautivadoras no viene de personas que se quedaron atrapadas para siempre con
sus “problemas”. Tenemos que dominar el arte de encontrar soluciones basándonos
en principios sanos, porque a fin de cuentas no hay nada que no tenga solución.
La inmensa mayoría se preocupa y
ve como se “acaba” su vida en cosas en
las que no tiene el control, se enfurecen, pierden los “estribos”, piensan con
el “hígado” no con la mente. Parafraseando la voz popular: <si lo que te
preocupa tiene solución, para que te
preocupas pon en marcha tus decisiones> <si lo que te preocupa no tiene
solución, para que te estas desgastando por preocuparte>. Esto lo ejemplifico
citando dos escenarios cotidianos con los cuales te enfrentas todos los días en
esta región de la costa, la lluvia y el tráfico de vehículos. Una persona que
va en la calle y le “cae un aguacero”, un torrencial y no trae un paraguas, ni
tampoco donde guarecerse, se preocupa; si
la misma persona está viendo llover desde la comodidad de su casa, se
relaja, quizás comprenda a las personas que se están mojando, pero no le
interesa.
El otro escenario: trafico
bloqueado por arreglo de calles o paros,
y tú con mucha prisa porque ya tienes tú tiempo medido, tú eliges relajarte,
escuchar música, recordar aspectos positivos, o decides enfurecerte y
despotricar contra las autoridades, las decisiones son muy sencillas, tú tomas
el control de la situación y decides como sentirte o las circunstancias toman
el control y deciden como sacudirte y echar a perder tu vida.
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