Muchas veces, solemos ponernos en actitud “defensiva” aún
cuando no somos atacados. Empezamos a sufrir de una serie de delirios que nos
llevan a ver en los otros a potenciales enemigos. Situación que termina por convertirse
en un obstáculo para nuestras vidas y de las personas que nos rodean.
Las actitudes defensivas son barreras cuyo principal fin es
proteger la auto imagen que hemos construido de nosotros mismos, es una especie
de muralla en la que nos resguardamos para que nadie pueda dañarnos sin
permitir el ingreso de observaciones y
críticas constructivas, puesto que entonces, nuestra muralla hará su trabajo y
nos ocultará de cualquier “amenaza” que surja en nuestro entorno. Todo ello es
muy parecido a cuando los niños cubren sus oídos con el fin de no escuchar a
sus padres o algún comentario de sus compañeritos: se encierran en su propio mundo para que nadie pueda tocar la
“estabilidad” emocional que han creado… ¿crees que es sensato seguirnos
cubriendo los oídos?
A veces, estamos a la defensiva cuando no somos atacados…

Las actitudes defensivas también son inconscientes
Hay personas que eligen estar en actitud de análisis de
forma consciente, pero hay otro buen grupo que asume dicha actitud de forma inconsciente y ni siquiera se da por
enterada del asunto. Todo ello sucede gracias al desconocimiento que tenemos de
nuestros propios sentimientos y de nuestro propio accionar, por eso no nos
percatamos del cómo es nuestra actitud al enfrentarnos al mundo y nos
comportamos como una especie de “locos” que no saben quiénes son.
Obsérvate a ti mismo
Hoy te propongo que hagas un ejercicio de
“observador-observado” para que te reconozcas a ti mismo en la interacción con
los otros. Este ejercicio consiste en observarte a ti mismo, valga la
redundancia, preferiblemente cuando alguien te controvierte o te hace alguna
crítica, a partir de allí, deberás analizar cuáles son los comportamientos que
asumes y las emociones que predominan para crear un plan de acción en el que
podamos solucionar nuestras dificultades y superarles.
¡No te salves!
Cuando vives a la defensiva no sólo muestras que eres una
persona insegura, sin autoestima, sin auto confianza, llena de complejos, sino
que te privas del placer de vivir, porque si siempre te ocupas de no ser
atacado, te olvidas de disfrutar de cada momento de la vida, de cada persona
que llega a tu camino, de cada oportunidad que busca tus manos… ¡No te salves
de la vida! ¡Sálvate de tus actitudes defensivas! Los enemigos no están afuera,
están dentro de ti cuando eliges la opción fácil en lugar de quedarte con lo que
verdaderamente vale la pena: el respeto, la escucha, la tolerancia, la
confianza, la sinceridad y la existencia sin reservas.
¡Vive a plenitud!
Vale la pena que nos esforcemos por seguir nuestro camino
sin buscar enemigos, sin tener piedras en el corazón para lanzar en la primera
oportunidad en la que creamos que alguien nos quiere hacer daño. Somos seres
muy sensibles y obviamente que tenemos rincones muy íntimos que no deseamos que
sean vulnerados, pero en nuestras manos
está aprender a vivir lejos de las murallas y las ofensas para abrazar al amor
y las bienaventuranzas.
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