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lunes, 11 de agosto de 2014

Por: Guillermo Cruz Antonio.


¿Eres de las personas que siempre pierden las llaves? ¿Siempre andas buscando tus cosas? ¿Te impresionas cuando encuentras a personas que saben dónde están exactamente sus cosas? No es que sean fanáticos del orden, no, lo que pasa es que saben organizarse mejor que tú, tienen un sitio especial para guardarlas o colgar sus llaves por ejemplo.

Para que no seas tan despistado con tus cosas, solo necesitarás seguir una rutina de organización, que al principio puede ser muy difícil, pero si lo haces una y otra vez de una manera consciente, pronto, y sin darte cuenta, esta acción se convertirá en un hábito. Tu reacción habrá sido condicionada, anclada como se dice en la Programación Neurolingüística, lo que es aplicable para las llaves puede serlo para muchos otros casos.

El anclaje no es un fenómeno raro, infinidad de experiencias se hallan tan firmemente ligadas a un determinado estimulo externo que basta sentirlo o recordarlo para que se reactiven.

Piensa en un limón, seguramente tu boca comenzará a segregar saliva. Un ejemplo común: alguien nos tiende la mano y nosotros lo imitamos automáticamente sin reflexionar.
Todas estas anclas han brotado inconscientemente, pero es igualmente posible realizar un anclaje de una forma consciente y deliberada.

Antiguamente se tenía la creencia de que había que invertir largo tiempo para crear el reflejo. Hoy hemos comprobado que no es necesario invertir demasiado tiempo en el anclaje. Los éxitos de este procedimiento tan sencillo se basan precisamente en que se pueden generar en una única sesión, o tras muy pocas repeticiones.

Los anclajes no solo sirven para crear un reflejo mensurable, sino que también pueden provocar una experiencia interior, una sensación, una emoción, imágenes, voces, etc.

En la vida diaria, los anclajes tienen más importancia de las que creemos. En todos los ámbitos encontramos manifestaciones del proceso de anclaje. ¿Te molesta la forma de hablar de ciertas personas? Lo que te disgusta puede ser la voz en sí, el tono empleado o cierta manera de acentuar las palabras. ¿De dónde procede este rechazo?, a veces puede ser el recuerdo de alguna experiencia negativa, sin embargo el anclaje posee un efecto positivo que a veces parece milagroso y puede considerarse como uno de los instrumentos más potentes de la comunicación.

Toma la iniciativa de incluir en tu vida diaria la práctica de un anclaje, traerá grandes satisfacciones a tu vida.

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